Entrar en un Zugzwuan es verse obligado a jugar sabiendo que la vas a cagar. Pienso mientras saboreo mi vaso de vodka con hielo.
Claramente la mejor opción sería perder el turno, pasar de largo. Pero a diferencia de cualquier otro juego, en el ajedrez como en diversas situaciones de la vida, tarde o temprano, estás si o si, condenado a moverte.
Las luces de este boliche me están mareando. Tengo una antigua mujer clavada en el costado que no para de sangrarme.
Hemos sido arrojados aquí por una clase de Dios que no cree en si mismo, hemos venido a librar una estúpida batalla contra la muerte ¿y para cólmo de males, estamos obligados a escoger, sabiendo que dicha elección empeorará las cosas?
¿Puede ser esto así?
¿Hagamos lo que hagamos este cuento terminará mal?
¿Pesimismo lúcido?
- El problema que tengas, cualquier problema que tengas, se ha estado gestando hace bastante tiempo atrás. Y Es de buen jugador comprender esa ley. Hay quien ha sabido mover las piezas en la dirección correcta. Simple! ¿Tomamos algo, querés? Me dijo una morocha dueña de una trompa a lo Angeli Joli.
No viene siendo esta mi mejor temporada; al instante acudió a mi mente esa hermosa palabra alemana (zugzwang) y el espeso y profundo significado que ella contiene; Así que opté por no contestar nada.
- En qué pensás? me preguntó el fondo de mi vaso de vodka.
Cuando las cosas salen mal tiendo a conversar con el fondo de los vasos. Cuando salen bien, también. Yo ya no tenía ganas de quedarme en ese lugar con la música al taco, sin amigos y con una buena mujer en el tiempo equivocado. Lo siento dije y rechacé la invitación. Subirme a ese viaje sería como ir al Carnaval de Rio con la mente de Kasparov.
Leí un grafitti: "entre olvidar y recordar, me quedo con las dos cosas". Y me fuí alejando de la escena, caminando con mucha lluvia encima, con mucha pólvora mojada en el fondo del pecho. Patié la calle como un pordiosero sin sentido, como un zombie de Walking Dead.
Leí un grafitti: "entre olvidar y recordar, me quedo con las dos cosas". Y me fuí alejando de la escena, caminando con mucha lluvia encima, con mucha pólvora mojada en el fondo del pecho. Patié la calle como un pordiosero sin sentido, como un zombie de Walking Dead.
Al fin, se hizo de día y está nublado; recuerdo que fumé y me acosté, que fuí de la cama al living como cien veces y de ahí al hospital de los pinochos malheridos.
Pasaron tres o cuarenta días más.
Me levanté; al final uno siempre se levanta... y me preparé otro vodka con hielo, que joder!
- Ah... ya caí... No es la política, no es la economía, y no es el amor; es el ajedrez, beibi! Es el maldito ajedrez, Eureka! ya entendí, todo se trata de saber mover bien las piezas.
Respondí eso al Blackberry Taiwanes de la morocha, con la intención de resetearnos un poco.
Respondí eso al Blackberry Taiwanes de la morocha, con la intención de resetearnos un poco.
- Ah... que ya cayó el señorito? tarde; ocurre que corrió agua por estos lares... qué pasó? te metiste en coma? te fuiste al Congo? sabés qué?
"Mejor, nos vemos en Disney", corazón. El Capitán Vodka me mira con sorna, sabe que he perdido un buen partido. Me susurra eso de que la vida es el arte de tomar buenas o malas decisiones en el tiempo correcto, le digo q eso es obvio, me dice que me deje de boludear y que vayamos a perder la cabeza por ahi, le digo OK!
Y pienso por un segundo, que tal vez, las orejas de Mickey no me hubieran quedado nada mal.
Y pienso por un segundo, que tal vez, las orejas de Mickey no me hubieran quedado nada mal.
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