Lola tiene la mirada cansada, la lengua agitada, y gusta más del invierno que del verano, los años la volvieron suave, ella disfruta plenamente su soltería.
Una vez convivió con uno de su especie; un rubio medio pelirrojo pero la relación no prosperó, él solo buscaba sexo duro y sin asco y ella anhelaba echarse bajo los árboles, para q entre beso y beso su principe de cuatro patas le acariciáse el lomo y la panza.
Recuerdo que otra vez la descubrí teniendo una aventura con un marginal, un perro ricotero y maloliente. Confieso que el ver a lady Lola en su lado b, me dejó pensando cosas muy contradictorias: Como que a cualquiera se le da por hacer cualquier cosa en determinado momento de su existencia, pero Lola si bien se dejo llevar por el vértigo, pronto retomó el rumbo, no extravió su identidad; Lola volvió a disfrutar de los atardeceres mansos, prefirió eso a las noches salvajes. Para elegir hay que probar, y saber y andar y sufrir y partir. En fin, para elegir hay que vivir.
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